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  1. Historias de Alendai

    jueves, 13 de septiembre de 2012

    Y al gran fénix acosaron entre los mercenarios contratados por el astuto mercader.
    Planeaba cazarlo y enjaularlo, crear un gran espectáculo y llenar sus arcas con el. Y así, tal vez, conseguiría  saciar ese apetito voraz de poder y dominación, el mezquino vacío que le corroía, pues la crueldad en sus métodos al obtener dinero era lo único que aplacaba la pobredumbre que constituía su ser.

    Y sin embargo, lo que no entendía este vulgar individuo es que hay cosas que no tienen precio.
    Mientras se dedicaba a esclavizar y tiranizar en ese pequeño estado que el llamaba tienda, mientras enfrentaba a sus vecinos, hacia de usurero y les quitaba hasta la mas pequeña posesión a sus convecinos, no se paró ni un segundo a considerar su propia realidad.
    Solo en su estrecha vivienda, hacia años que no experimentaba el mas leve roce con la piel humana, nada de risas o gestos cariñosos.
    No tenia amigos, no sabia lo que era confiar en alguien, mostrar un apoyo despreocupado o interesarse por los pequeños detalles cotidianos de algún otro ser humano que no fuera el.
    Y sin embargo no necesitaba de estas pequeñas cosas, inútiles vagatelas sociales como el las consideraba, pues vestía las mas ricas sedas y lo mas intrincados colgantes, hasta el mas caro y ultimo artificio venido de la ciudad era capaz de comprar, no quería impresionar a sus vecinos con esto, pues los consideraba apenas animales, sino demostrarse a si mismo que el camino vital que había elegido era el mas distinguido y correcto.
    Correcto?
    Ignoraba la ley mas intrínseca a nuestra naturaleza, pues el instinto de preservación de la especie es el mas antiguo motor del progreso en el humano, y por mucho que calmara sus ansias vitales con posesiones supérfluas, no hallarían ninguna continuación el tiempo, su legado no seria mas que un leve recuerdo en el pueblo.

    Y por ello emprendió la caza del mítico fénix, pues quiso que su nombre recorriera el mundo y fuera respetado por todos los tiempos.
    Los brutales mercenarios, venidos de todos los rincones del mundo por la recompensa que ofrecía el mercader, se organizaron para dar caza a este extraño ser, pero por la propia naturaleza violenta de estos hombres muchos perecieron en trifulcas y peleas de taberna, un adecuado final para tal reducto de los campos de batalla.
    Pero los mercenarios no vinieron solos, trajeron consigo los tristes recuerdos de sus batallas, las terribles pesadillas que les acechaban, la furia y la violencia que constituía su día a día, alcohol y armas, violaciones y palizas.


    Estaba dicho que el fénix traía seguridad y paz,  y curiosamente el peligro que cayó sobre el ave asoló a su vez cual sombra a todo el reino.

    Y finalmente, después de muchos y fallidos intentos por parte de nuestros "héroes", capturaron finalmente al fénix.
    El mercader, una vez desembolsó la cuantiosa recompensa a sus asalariados, pidió ser llevado en presencia del fénix.
    Este estaba drogado y malherido, el lamentable estado  en el que se encontraba contrastaba con la majestuosidad de antaño. Se dijo el mercader: algo he de hacer para mejorar su aspecto, la multitud, y con ella su oro,  aguarda.

    Y entonces el fénix habló al mercader.
    -F:  mercader, he podido ver en las profundidades de tu ser, y a pesar de toda la oscuridad que hay en él, para todo mal hay esperanza, si ahora te arrepientes de tus viles traiciones, te prometo, tu vida se encauzará y vivirás feliz el resto de tus días, pues de toda la pobredumbre que has acumulado un buen fertilizante podrás hallar, para ello libérame y con ello tu alma será libre también.

    -M:  y si me niego?-inquirió el astuto mercader, calculando el coste que supondría dejar libre al fénix.

    -F: si te niegas, tu mismo cosecharás lo que has sembrado.

    -M: no te temo, fénix embaucador, no he llegado hasta donde estoy creyéndome las mentiras que circulan por el mundo. Estas en mi poder y eso no va a cambiar!

    -F: Así sea

    Y obzecado en sacarle lustre al fénix, utilizó las mismas artimañas que para vender algún caballo en malas condiciones, lo lavó y lo acicaló, y unto con aceite sus plumas para que estas brillaran con la luz del atardecer, que es cuando lo sacaría.
    Más no contó con que el fénix, ya maltrecho por la caza, reaccionó ante el agua cual veneno, pues es bien sabido que por sus venas corre el mismísimo fuego.
    Así que cuando el vil mercader atrajo a la multitud que esperaba ansiosa al fénix, y la hizo pasar al recinto donde estaba previo pago de entrada, lo único que encontraron fueron las cenizas del antaño poderoso fénix.

    Y como este le advirtió, toda la ira acumulada por los vecinos hacia el mercader durante años explotó en ese momento, el sentirse engañados y tristes por la estafa sufrida desembocaron en una espiral de violencia,y de nada sirvió el dinero del mercader para parar a la turba que acabó con su vida.

    Sin embargo, el mal ya estaba hecho, pues la vileza que trajeron consigo los mercenarios se asentó en gran parte de estas apacibles tierras, y el desazón que azotó el corazón de la gente, desilusionada por la inexistencia  del fénix, hizo que perdieran la esperanza y la ilusión que les caracterizaba, volviéndose sus vidas grises y pesadas.

    Y sin embargo, aunque inadvertido, ocurrió un extraño hecho, y es que las cenizas de la genial ave desaparecieron, pues esta es la naturaleza de estos seres, y aunque nadie creyó que hubiera renacido ( el viento habrá sido), un joven gamberro, vio despertar al fénix en forma de polluelo, y con él renacieron la ilusión y la vida en los ojos de este bravucón joven.
    Pero esto es ya otra historia.